Dios tiene su tiempo, lo nuestro es sembrar sin saber cuándo recogeremos, ni cuáles serán las respuestas a nuestro esfuerzo. Sería vano enfadarnos y sentirnos decepcionados cuando no vemos el fruto de nuestros esfuerzos. No podemos penetrar en el misterio de Dios. Tal vez recojamos en momentos que nosotros ignoramos los frutos de lo que un día sembramos entre lágrimas.

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