Es el que se deja expropiar por Dios y su misión (Urs von Balthasar). Todo santo no es esencialmente para él mismo sino para Dios y para sus hermanos. Dios va adquiriendo preponderancia en los que ha escogido para sí.

No son ellos los que poseen la misión, sino la misión la que les posee a ellos. Sea la misión que sea: misión para la oración, para el sufrimiento, para el compromiso activo con los pobres, misión pública o privada, que sale bien, o que fracasa.

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