Jesús parece pasar por alto lo que para nosotros enriquece y llena nuestra vida.

Advierte que las flores de los prados visten con más esplendidez que Salomón en todo su fasto, pero al mismo tiempo dice de ellas que son sólo heno que se seca y mañana será quemado.

Prescinde del matrimonio, el arte, incluso la amistad.

No parece que despreciara estas cosas, no experimentó resentimiento hacia ellas ni las desvalorizó, pero tampoco entró a fondo en ellas.

Ésta es la actitud que el monje procura adoptar ante las realidades materiales: no las desprecia, las utiliza justo lo necesario, pero su mente y su corazón deben estar en las realidades de lo alto.

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