“Hay que enfilar la piragua de la vida río arriba; nada se entiende ni saborea, ni se sostiene mientras no se apoye en el misterio. La gente cree que se divierte y ya está; que aman, que esperan, y ya está. Y resulta que sus diversiones, su amor, su esperanza son de pacotilla, flores que se abren por la mañana y a la tarde ya están mustias.

El misterio está al final de los interrogantes esenciales de nuestra existencia: por qué la vida, por qué nací y he de morir, por qué no soy pájaro, ni chopo junto al río, por qué hay dolor y tristeza, dónde nace el mal, a dónde me dirijo…

La verdad enlaza la región de lo absolutamente válido con esta zona donde nosotros nos movemos a tientas. El hombre traiciona su nobleza cuando pretende aclarar su propio misterio acudiendo a lo que está más bajo que él, a lo relativo. En cambio acrisola su existencia cuando trata de vivir desde lo que está por encima de él, lo absoluto, aunque no sea capaz de comprenderlo en toda su extensión y hondura… ¡el misterio!”

Romano Guardini

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