Llega para todos el día en que ya no basta con dar, sino que es necesario perdonar. Ya no basta con hacer regalos, sino que hay que sufrir por la persona amada y por la opción realizada.

Así sucede en el matrimonio y así sucede también en la vida consagrada.

Lo que al principio fue un don espontáneo, gozoso y obtenido sin esfuerzo, en un determinado momento puede transformarse en peso gravoso o en tentación y exigir la negación total de uno mismo para mantener con fidelidad dicho don.

(Un autor moderno)

Esta web utiliza cookies para mejorar su experiencia de navegación. Puede consultar nuestra Política de Cookies.    Ver Política de cookies
Privacidad